Antes del profesionalismo, antes de la competencia pura, hay dos escalones bien definidos: el fútbol infantil y el juvenil. Dos espacios diferentes, pero con objetivos comunes y sólidos: formar personas. Porque antes que futbolistas, se trata de formar jóvenes con valores, educación y herramientas para la vida. Por eso, desde hace años, ambos escalones se agrupan bajo un mismo nombre: Fútbol Formativo. Nunca más hay que referirse a ese fútbol como "divisiones inferiores". Ese término fue usado erronamente durante muchos años, Hay que dejarlo de lado definitivamente.
 En la etapa infantil todo nace desde el juego. Desde lo lúdico, el compartir, la convivencia y el respeto. A medida que crecen, los chicos van incorporando rutinas, responsabilidades y experiencias. Y es allí donde, bajo el acompañamiento de clubes, dirigentes y profesionales, dan el paso hacia las categorías juveniles, ya con otra madurez, pero sin perder de vista lo esencial: seguir aprendiendo.
 Está claro que no todos los chicos llegarán al estrellato. Lo formativo debe estar por encima del resultado. Porque apenas 1 o 2 de cada 100 podrán vivir del fútbol. Pero el desafío está en esos otros 98. En que ese “no llegar” no se convierta en una frustración. Pero eso no debe detener la formación. Para que estén preparados para vivir sin el fútbol. A través del deporte, se abre una puerta de esperanza para miles de chicos. Fue y es una respuesta concreta frente a problemáticas sociales como la droga, el alcohol, la violencia, la desocupación. Es un trabajo silencioso, un compromiso diario: debe hacerse docencia a través del fútbol.
Albert Einstein decía que "en épocas de crisis, es más importante la imaginación que la inteligencia". Se necesita voluntad, vocación y una dosis de ingenio. Con bases sólidas y un espíritu formador, los resultados llegan solos. Porque los árboles con raíces fuertes dan los mejores frutos. 
 La niña o el niño que entra a una escuelita de fútbol es una "joya en bruto". Y como tal, debe ser cuidada, moldeada, acompañada.
Ese es el verdadero sentido del Fútbol Formativo. Y debe ser un compromiso diario, un desafío permanente. 
 Leonardo Perales